viernes, 17 de octubre de 2008

Trasplante de Órganos

POR JUAN PABLO MARRÓN

Había una vez un club. La crisis política no sólo se expresa en la decadente participación del electorado, la cual no transborda los límites de un sufragio, sino también en el desencanto cifrado en la mayoría de jóvenes y en el congelamiento de su sangre. Progresivamente se operó para aniquilar el desenfreno de movimientos de cambio, se instauró un largometraje de terror para las ideologías disidentes y se intentó devastar la unión de acción para trocarla por movimientos unipersonales. Estas plagas con la complicidad de otras tantas colapsaron el interés por “saber de que se trata” y le dieron lugar al “dejalos que se maten” o al “¿vos vas a cambiar el mundo?”. El forjado desinterés también llego al fútbol, nunca exento, jamás, de los vaivenes de un país contradictorio.

No es casual que en la última década del siglo XX (la segunda infame de nuestra nación) hallan prescripto los valores dirigenciales. El abandono de una sociedad que eligió los videos juegos antes que la práctica de deportes y que estancó el andar de los sociedades civiles deportivas, con su descomunal descuido no denunció ni se comprometió con los colores del barrio y dejó hacer, o no hacer. La administración fraudulenta entre otras cuestiones ligadas al mismo sistema liquidaron las alcancías de cientos de clubes de la Argentina. Nuevos términos como “convocatoria de acreedores”, “quiebra”, “liquidación de bienes” fueron los actores de lo que casi es un exterminio. Racing Club de Avellaneda, el símbolo de la Argentina misma, Ferro Carril Oeste y Comunicaciones, la representación de la desaparición de la clase media, Talleres y Belgrano de Córdoba, el emblema de un federalismo olvidado, son la bandera de la lucha ante quienes casi los dejan morir. Hoy, todos ellos están administrados por un órgano fiduciario.

Preguntas Frecuentes. ¿Qué es un órgano fiduciario? Instituido en el año 2000, el órgano fiduciario, se crea después de las quiebras de los clubes. Un instituto en el cual un órgano tripartito ( dirigido por un abogado, un contador y un especialista en materia deportiva) administra a la entidad fallida, en este caso un club y tiene como premisa proteger el deporte como derecho social, la continuidad de las actividades deportivas y encontrar las herramientas para poder sustentar el levantamiento de la quiebra y poder reinstitucionalizarlo.

¿Cuál es su duración? Su proceso de duración es por nueve años. Se dividen en tres períodos de tres años y ahí el magistrado que está a cargo de la quiebra evalúa la continuidad o no del club. Se van renovando cada trienio el órgano fiduciario y la continuidad del club. Cuando se cumplen los nueve años se debe haber finalizado el estado de quiebra y conformado a los acreedores. Si eso no sucede la ley prevé que se puedan realizar los bienes.

¿Cuáles son sus claves? No generar déficit, no generar nuevos pasivos y que el órgano fiduciario tenga la obligación de encaminar el desarrollo del club para llegar al objetivo de levantar la quiebra.

¿Cómo se conforma? De acuerdo a un sorteo o un listado que se realiza en la Secretaría de Deporte donde tienen prioridad los socios del club.

Los sin techo

POR JUAN PABLO MARRÓN

Son 12 los clubes de la BN a la D los que no juegan habitualmente en sus estadios. Casi el número de participantes de una categoría. Reformas en su estadio propio, clausuras o nunca haber tenido una cancha son las causas de esta inusual y poco sabida realidad. Entrenadores, jugadores y dirigentes opinan sobre el peso y el sueño de la casa propia.

Fue por la sucesión de procesos funestos que la calamidad de la exclusión se llevó las esperanzas de miles de familias argentinas, y que el continuo padecimiento que sofoca sus anhelos se encargó de dejarlas a la intemperie.

La cadavérica política aplicada en el país entre 1976 y 2001 jamás tuvo como prioridad aniquilar la pobreza, sino que esta fue en aumento y pasar de la casa propia a la alquilada fue uno de los tantos procesos traumáticos que la ex clase media debió incorporar.

En el fútbol de la Argentina hay clubes que tuvieron su casa (cancha) y ya no la tienen, que están haciendo una nueva en tiempos de recuperación y mientras tanto usan otra, y que no la tuvieron nunca. Chacarita Juniors y Atlanta son quienes están en el ciclo de la mejora y en la búsqueda del confort pedido por las autoridades supremas. Acassuso, San Telmo y Berazategui son quienes mitigan distribuir su localía por diversas superficies por la no habilitación que se da con la propia y Deportivo Paraguayo, Central Ballester, Yupanqui, Centro Español y Muñiz (hoy desafiliado) son aquellos que no tienen territorio.

¿Cuánto pierde un conjunto al no ser local? ¿Cuáles son las ventajas que podría incorporar al tener una “casa propia”? ¿Cuáles hubiesen sido las performances de los equipos que nunca tuvieron un estadio si lo hubiesen tenido?

Uno de los casos más emblemáticos en la pérdida de la localia es el de San Telmo. Aquí si que la tragedia del contexto ha envuelto a una cancha de fútbol. Es en la Isla Maciel donde lo más crudo de la pobreza se retrata en cada paso.

Bautizada como impenetrable para muchas parcialidades visitantes, su escenario se transformó en un mito, y son centenares quienes se adjudican se héroes por haber llegado, estado y salido. Sin reparar, claro, en el determinismo que invade a los seres humanos que allí viven y resisten ante las atrocidades que fomenta un sistema equivocado y sus fieles seguidores. Adrián Bevilaqua, Jefe de Prensa del Candombero, dice que “el problema de la ubicación del estadio es un problema del estado y que en Comisión Directiva se está tratando seriamente volver a ser local en Avellaneda”. El trajín de escenarios por los que merodeó San Telmo es impactante. Su último partido disputado en su estadio data del 6 de febrero de 2006. Aquel fue un encuentro con Los Andes televisado que finalizó sin goles, luego, 5 días más tarde, iba a enfrentar a su par de Talleres de Remedios de Escalada pero serios incidentes producidos entre ambas “hinchadas” no dejaron comenzar el cotejo y se les dio por perdido a ambos. Desde aquel partido que no fue partido con Talleres de Escalada, San Telmo fue local en Laferrere (una vez), El Porvenir (6), Deportivo Armenio (1), Los Andes (2), Brown de Adrogué (7), Huracán (8), Comunicaciones (1), Barracas Central (21) y Defensores del Belgrano (5). Fueron un total de 52 partidos en condición de local repartidos en 9 estadios. En la Temporada anterior San Telmo debió jugar la Promoción, fue uno de los dos peores equipos en condición de local (20º), ganó apenas 5 partidos, empató 4 y perdió 11, adjudicándose el 31,67% de los puntos en juego.

EL INFORME COMPLETO EN EL NÚMERO 10 DE "LÍNEA DE 4"

viernes, 10 de octubre de 2008

Mentiras piadosas

POR LEO ZARATE

En los últimos años, el fútbol de ascenso parecía estar dividido en dos. En un rincón los clubes de Capital Federal y del otro los de la Provincia de Buenos Aires. De un lado Javier Castrilli, del otro Mario Gallina. Dos criterios distintos no solo a la hora de organizar los espectáculos deportivos sino también para sancionar a las instituciones. Pero el cambio de autoridades en ambos organismos abría una nueva posibilidad de diálogo. Algo que hasta el momento no había existido en estos niveles. Porque los ex árbitros estaban empecinados en demostrar las diferencias que los separaban.

Además de los hinchas, ¿alguien quiere que vuelva el público visitante? ¿Se trabajó para que esto suceda? La respuesta a simple vista parece ser negativa. Ante tan desalentador panorama, las declaraciones de Pablo Palladino, sucesor de Castrilli en la Subsecretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos (Subsef) fueron un oasis en el desierto. “Veo posible la vuelta del público visitante a las canchas de fútbol de ascenso. Lo conversé con Aníbal Fernández y compartimos que tenemos que brindar seguridad en las canchas”. Y prosiguió: “Tenemos que tratar de tener una norma que realmente sea lo que más convenga para garantizar la seguridad de los espectadores en todos los aspectos. Sin la parcialidad visitante el fútbol pierde su existencia, siempre y cuando se garantice la seguridad a la familia que va a la cancha”, sentenció el ex Presidente de Los Andes.

La otra cara de la moneda es Rubén Pérez, sucesor de Mario Gallina en el Comité Provincial de Seguridad Deportiva (CoProSeDe), quien se encargó de mostrar su postura con respecto a esta prohibición: "Las condiciones por las que se tomó esta medida siguen vigentes. No hay capacidad operativa para dar seguridad en los traslados, puntos fijos y estadios con cuarenta partidos en un fin de semana. Por lo tanto es muy difícil que vuelva el público visitante”, afirmó el titular. Y continuó: “Estoy en los estadios y siento el aliento de la gente. Volví a darle los bombos y las trompetas a los hinchas y la familia volvió a los estadios”. Su principal argumento es la falta de obras necesarias para garantizar la seguridad: “No hubo avances de infraestructura y tecnología que permitan rever la medida. Cuando haya entradas personalizadas y todos estén sentados, esta disposición no hará falta”. Y va más allá dejando al descubierto el pensamiento de los directivos de los clubes: “Los dirigentes están contentos, no hay más clausuras de canchas y bajó considerablemente el gasto por los operativos policiales”.

Si, según Pérez, “casi nadie quiere que vuelva el visitante”, ¿para qué se reunieron? El encuentro entre los máximos referentes de la seguridad en el fútbol llenó de ilusiones a los miles y miles de hinchas que ansían poder ver a su equipo de visitante. Principalmente porque se vislumbró la posibilidad de unificar criterios para luchar contra el accionar de las barras. Hasta hicieron declaraciones sobre este acercamiento: “Coincidimos en que es sumamente necesario articular criterios entre Nación y Provincia”. Pero lejos se está hoy de llegar a un acuerdo. Hubo unión en las fotografías, expresiones de unidad, pero, lamentablemente, las herramientas para terminar con la violencia están cada vez más distanciadas. Los meses pasan y la inacción crece. Tampoco se reconocen errores cometidos. Se disfruta de la comodidad que esta medida les ofrece y se regocijan con los índices bajos de violencia. Claro, sin la concurrencia de visitantes es poco probable un enfrentamiento entre una misma parcialidad. También podemos eliminar las tarjetas amarrillas y rojas para que no haya amonestados ni expulsados y transformarnos en el país fair play por excelencia. Indigna que jueguen con el sentimiento y el derecho que tienen todas las personas de concurrir a un espectáculo deportivo. El paso de los años muchas veces viene acompañado de involución. Y el fútbol es un ejemplo real de este estancamiento. El ascenso ya no se juega los sábados, solo puede concurrir una sola parcialidad. Los hinchas parece que ya se acostumbraron a ver a su equipo cada quince días. Mientras tanto nos mienten piadosamente.